Algunos estudios han revelado que la imagen de un gobernante esta tan desgastada, que por más que intente hacer cosas buenas, de todas formas siempre se dudará.
La figura de un gobernante está ligada a la desconfianza, por ejemplo, si realizan una obra el primer pensamiento será sobre cuanto están inflando los costos y que porcentaje se están embolsando; si dan a conocer la detención de delincuentes, la conjetura que sigue, es que seguramente no tardarán en dejarlos libres o que incluso son culpables fabricados; ante un caso de sensibilidad social, si lo atienden señalaran que se están aprovechando para hacerse promoción y si no lo atienden, pues serán calificados de unos desalmados; en resumen, por más que se esfuercen los gobernantes será difícil borrar esa mala percepción que se tiene sobre sus acciones y simplemente no les creerán, no se confunda, no estoy diciendo que los ciudadanos estén equivocados, al contrario, esa reacción la han configurado los propios políticos con su desinterés por el bien de la comunidad a los largo de su trayectoria en el poder.
Pareciera un comportamiento vicioso, cualquier esfuerzo por modificarlo parecerá inútil ante tanto escepticismo en los tamaulipecos; que si a veces se torna injusto, pues es provocado por la herencia de sus antecesores, y muy ingratos con el gobernante que apenas empieza un periodo, o que recién busca encabezar un gobierno.
La percepción es la realidad, para desgracia o fortuna de quienes dependen de la exposición en el terreno mediático, entonces, es peligroso cuando el auditorio percibe algo incoherente porque será inevitable el rechazo. La coherencia debe mostrarse en lo dicho con lo hecho, es decir en palabras e imágenes; vaya, no basta con ser, hay que parecer o viceversa.
Lo anterior viene muy bien para retratar lo sucedido con el caso de Alan Pulido; a la mala reputación heredada o generada, el desgaste natural del político en nuestro país y si a eso le agregamos fallas en comunicar una realidad que parece que supera la ficción, no hay otro resultado, que el fenómeno que usted ya pudo atestiguar o incluso participar.
Todo empezó cuando la población ya tenía en mente un fracaso, es decir un resultado negativo ante un secuestro como muchos registrados en la entidad, por lo que no aceptaba una reacción tan rápida, y mucho menos con resultado positivo ante tantos sucesos negativos, y que coincidentemente viene el éxito de la intervención policiaca con un personaje conocido internacionalmente, mientras que Tamaulipas está manchado por la cifra de más de 5 mil desaparecidos.
Me disculparan, pero parece que la incoherencia más allá de alguna inconsistencia en los hechos, se origina de que se tuvo éxito en una acción del gobierno prácticamente que muchos ya habían condenado al fracaso. Y si a esto le agregamos factores de oportunismo electoral, que todavía no entiendo a favor de quien, porque si está pensando que el que sale beneficiado con este tema del secuestro y la liberación en condiciones inverosímiles, es el candidato del partido en el poder, pues yo no le veo de dónde, porque la reacción negativa de la población para con el gobierno no concibo se pueda replicar en algo positivo, o que si el candidato de la oposición tuvo alguna relación con el hecho, a ver, todo se verá muy raro y sospechoso ante la grave incredulidad que se vive en Tamaulipas, que incluso que permite historias de fantasía ¿pero de parte de quién?. No le digo, Puras Charadas.
