¡Querido Pedro! A 60 años de su partida

12 abril, 2017 • Ciudad de México
¡Querido Pedro! A 60 años de su partida

México se prepara para el Año Infante:el sábado se cumplen 60 años de su muerte y en noviembre el siglo de su natalicio. Igual que otros grandes íconos del siglo XX, Pedro Infante nació, vivió, sobrevivió y revivió en el mundo de las pantallas.

En el norte del país, en Guamúchil, Sinaloa, se encuentra la Escuela Primaria Pedro Infante. Muchos de los 245 niños que estudian ahí ya tienen el mismo nivel escolar que el hombre que le da nombre al colegio. El gran edificio cultural de México cursó hasta cuarto de primaria. Fue carpintero, actor, cantante y piloto mortal. Pero “las muchas vidas de Pedrito” –como las llamó Gustavo García– convergieron, siempre, en una sola: la del ídolo que alcanzó la posteridad gracias a la televisión.

Igual que otros grandes íconos del siglo XX, como Marilyn Monroe o Charles Chaplin, Pedro Infante nació, vivió, sobrevivió y revivió en el mundo de las pantallas. En la chica o en la grande, el sinaloense reflejó mucho más que el lugar común del charro, el carpintero o el boxeador, aseguran especialistas consultados por este diario.

“Sus personajes representan la consolidación de valores morales que, pese al paso del tiempo, siguen siendo los que predominan en nuestro imaginario colectivo”, considera el crítico de televisión Álvaro Cueva, quien observa a Infante como “un catecismo mediático, porque cuando se mira de cerca se aprende una manera de ser del mexicano”.

Este sábado se cumplen 60 años de la muerte del gran sustantivo de la idolatría mexicana. En una costumbre más litúrgica, más devota, que campaña comercial, Televisa transmitirá sus películas en horarios estelares. Desde 1957 no hay Semana Santa sin Pedrito en la tele.

Según una nota publicada por la BBC en 2014, las cintas de Pedro Infante alcanzan entre 15 y 20 puntos de rating, el mismo que un clásico entre Chivas y América o un partido de la Selección Mexicana. Y es que pocos sucesos han conmocionado tanto a México como la muerte del Capitán Cruz, el apodo con el que se dirigían al actor los hombres que lo conocieron durante su errante vocación de aviador.

Pedro Infante se fue en picada el 15 de abril de 1957, pero su popularidad hoy es una avioneta que planea infalible sobre un país que no aprende a olvidarlo.

Sus últimas palabras antes de subir al avión –recuerda Carlos Monsiváis en Las leyes del querer– bien pudieron haber sido pronunciadas por cualquier otro mexicano de la época: “Tengo que estar muy almeja, muy vivo, porque si no, podría darme tremendo guayabazo, ¡y válgame la Virgen! ¡Ni Dios lo permita!”.

Aunque su ascenso y consagración como artista se dio en la radio (en la XEB y la XEW) y después en el cine, fue en la televisión donde se sostuvo, generación tras generación, como el amigo entrañable, el hijo perfecto, el padre entregado y el marido que sabe cuándo poner mano dura y cuándo cantar Amorcito Corazón, consideran el crítico de cine, Rafael Aviña, y el investigador de la Cineteca Nacional, José Antonio Valdés.

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