Ocurrió cerca de las 19:00 en el tercer piso del Senado. La senadora de Morena, Citlalli Hernández, decidió abrir un paquete que le había llegado un día antes. Se trataba de un supuesto regalo, que tenía forma de libro. Al abrirlo, una llamarada impactó sobre su rostro. Un atentado -por fortuna, sin grandes consecuencias- había ocurrido en el corazón de uno de los poderes del estado mexicano.
Citlalli fue llevada de inmediato a la sala de atención médica de la propia Cámara Alta, y no habría sufrido heridas de gravedad. Horas después de confirmada esta información y de acuerdo con la valoración del servicio médico de Senado, Hernández Mora se reportaba como «estable».
La información comenzó a viralizarse en las redes sociales, y entre los grupos de whatsapp de los senadores, que se preguntaban por el estado de salud de su compañera. Nadie podía dar con la legisladora ni con su equipo. Y ella mismo, más tarde, confirmaría por redes que había sufrido un atentado, aunque se encontraba bien de salud. «Me encuentro bien y fuerte», escribió. «Agradezco su preocupación y cariño».
Lo llamativo es que minutos más tarde borraría ese tuit. En el Senado explican que sus abogados le pidieron que no hiciera ninguna declaración, ni siquiera de ese tipo, por redes. «Condeno totalmente el acto violento e intimidatorio que sufrí en mi oficina -continuaba-, pero refrendo mi convicción de que la revolución de las conciencias y el cambio en este país se debe dar y se dará en forma pacífica», decía.