‘Personas con autonomía aprenden mejor lo que les interesa’: Rincón-Gallardo

15 mayo, 2020 • México
‘Personas con autonomía aprenden mejor lo que les interesa’: Rincón-Gallardo

No tengo duda de que la escuela convencional —de un modo no deliberado— ha hecho más daño que bien al cultivo de mentalidades y hábitos que se requieren para aprender en profundidad”, dice a Excélsior el escritor y ensayista Santiago Rincón-Gallardo, autor del ensayo Liberar el aprendizaje, que perfila un análisis sobre la historia de la escolarización masiva y el aprendizaje en libertad.

Lo primero que debemos comprender es que aprendemos mejor en entornos de libertad, es decir, aprendemos muy bien lo que nos interesa y que lo hacemos mejor en entornos de autonomía, donde intentamos cosas, nos equivocarnos e intentamos de nuevo, porque aprender es una práctica en libertad”, expresa el autor que encabeza el área de investigación del equipo de consultoría de Michael Fullan y que publica este trabajo en la editorial Grano de Sal.

Rincón-Gallardo recordó que en su infancia él fue un alumno destacado, pero incompleto. “Fui un alumno con las mejores calificaciones de mi grupo, siempre estuve en el cuadro de honor, fui abanderado de la escolta y representante de mi escuela, desde la primaria. Y, según mis maestros, yo era un estudiante excelente que debía ser emulado por mis compañeros, pero al salir de la preparatoria me di cuenta que no podía aprender por mi cuenta”.

En ese momento yo podía memorizar grandes piezas de información y ponerlas en un examen, escribir textos con bonita letra y gramática y ortografía perfecta; y podía repetir información de un texto, pero no podría definir el argumento fundamental de un libro, pues lo que hacía era copiar las palabras que otros decían, pero era incapaz de expresar mis propias ideas por escrito. Y ésa es la tragedia”, abunda el experto en política educacional.

Y aunque una persona puede obtener buenas calificaciones, “lo trágico es que la escuela, a final de cuentas, perjudica no sólo a los niños que van mal, sino a los que también van bien, porque nos hacen creer que lo más importante es satisfacer las expectativas de otros y con eso abandonamos nuestra propia voz, nuestra manera de ver el mundo y la confianza de aprender por nuestra cuenta”, explica.

El autor reconoce que ese daño no es intencional, aunque sí se ejercita a través de esa cultura escolar que mantenemos, donde se enfatiza la obediencia y la disciplina por encima del aprendizaje. “Y ese daño no es sólo individual, sino social, porque nos estamos deshumanizando. Y si quisiéramos recuperar el proyecto humano, tendríamos que empezar por cambiar cómo hacemos el trabajo diario en nuestros salones de clase, para que el centro de nuestro trabajo sea liberar el aprendizaje”.

Así que ése es uno de los principales desafíos de la escuela mexicana, abunda, al igual que muchos sistemas educativos del mundo.

Aprender es una práctica en libertad y si uno reflexiona sobre la manera como aprendemos lo que sabemos hacer bien —como cantar, jugar futbol, tocar un instrumento, cocinar, hacer carpintería o contar buenos chistes— notaríamos que ha sido en entornos de libertad, es decir, aprendemos bien lo que nos interesa aprender y lo hacemos mejor en entornos de autonomía y libertad, donde podemos intentar las cosas y equivocarnos, tratar de nuevo y seguir practicando y sólo en esos entornos uno aprende de la mejor manera”, afirma.

ACTO DE OBEDIENCIA

Luego de numerosos estudios y reflexiones, Rincón-Gallardo reconoce que los sistemas de educación masiva obligatoria no fueron diseñados para cultivar el buen aprendizaje, sino que fueron hechos con otros propósitos.

Son el resultado de la revolución industrial, es decir, de un tiempo en el que era necesario hacer tres cosas: la custodia o el cuidado de los niños en la escuela, el control social y su clasificación para determinar a qué tipo de oportunidades ha accedido”, dice.

Y aunque todo esto que ha hecho la escuela convencional está bastante bien, se trata de un sistema más bien imperfecto que casi elimina la posibilidad de que los estudiantes aprendan por su cuenta.

¿Cuál es el problema real? “Que en la escuela nuestros hijos y nosotros aprendemos a que nos enseñen, así que hemos aprendido a estar sentados, calladitos y a escuchar con atención al maestro, a entender sus expectativas y a satisfacerlas, y así se convierte en un acto de obediencia en donde aprendemos a obedecer y a hacer lo que nos piden”.

¿Considera que es un proceso histórico? “Históricamente, los sistemas educativos no fueron creados para que los chicos aprendan a aprender, sino para que aprendan a que les enseñen y por eso notamos la contradicción de aquellos jóvenes esforzados que terminan la preparatoriacon buenas calificaciones y cuando llegan a la universidad… no saben aprender por su cuenta”.

Y ésa es la queja más común entre los maestros universitarios, explica, “que los estudiantes llegan con buenas calificaciones, pero no saben aprender, es decir, hemos hecho que esos chicos sean dependientes de otros y eso tiene implicaciones en el aprendizaje y en la democracia, porque les hemos robado la posibilidad de autonomía, sus propios criterios de verdad y a decidir por sí mismos”.

Pese a todo, el investigador reconoce que en México han existido ejemplos destacados y reales de aprender a aprender, como el impulsado en las telesecundarias de México entre 2009 y 2013, dentro de las redes de tutoría en México que secundó la Estrategia Integral para la Mejora del Logro Educativo, el cual se perdió con el sexenio de Enrique Peña Nieto y hoy opera parcialmente en estados como Zacatecas, San Luis Potosí, Querétaro y Baja California.

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