Pese al respaldo que reciben de asociaciones de beneficencia y autoridades locales, las carencias se acumulan. Muchos ya llevan meses viviendo en la plaza, bajo lonas y plásticos, al que mejor le va duerme sobre colchonetas, otros en el piso o suelo de lo que alguna vez fue zacate de jardines. El kiosco casi no se ve, ya que ha sido tapado por los improvisados techos.

Aunque les instalaron letrinas móviles y hay regaderas próximas, no se dan abasto, lo que ha generado quejas de vecinos, además, los más de mil migrantes que viven en la plaza batallan para comer por falta de dinero y la mayoría está siendo atenido por grupos religiosos o clubes sociales.

A pesar de los riesgos, algunas señoras con niños ocultaron en las casas de campaña pequeñas estufas y cilindros de gas para cocinar alimentos crudos donados.

“Apenas el jueves por la noche vino un operativo de Protección Civil municipal y les quitó como 10 tanques”, dijo Calderón.

El funcionario reveló que en las brigadas médicas que han llevado, el Gobierno estatal ha encontrado personas contagiadas de Covid-19 o con otros padecimientos.

En tanto, el albergue del DIF se llenó de menores migrantes y éstos empezaron a vivir con sus familias en la plaza, el delegado del ITM se mostró preocupado porque llegan en promedio más de 100 migrantes deportados diarios, y otros más procedentes de Centroamérica.