El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, generó gran revuelo a nivel internacional al anunciar que entre sus primeras acciones al asumir la presidencia estaría la propuesta de cambiar el nombre del Golfo de México por “Golfo de América”. La declaración, hecha la mañana de este martes 7 de enero, rápidamente se viralizó, desatando una serie de dudas y reacciones, particularmente sobre las implicaciones que tendría este cambio para los países y entidades federativas que comparten este importante cuerpo de agua.
El Golfo de México es una cuenca oceánica ubicada entre América del Norte, América Central y el Caribe. Esta vasta región es considerada un espacio de gran relevancia para los países circundantes debido a su biodiversidad, recursos naturales y su influencia en el clima global. El golfo se extiende sobre aproximadamente un millón 550 mil kilómetros cuadrados y tiene una profundidad media de mil 615 metros, siendo la “Sonda de Campeche” su punto más profundo con 4,384 metros.
Trump, quien asumirá la presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero, justificó su propuesta destacando que el nombre de «Golfo de América» refleja de manera más amplia y adecuada el territorio que abarca, señalando:
“Vamos a cambiar el nombre del Golfo de México al Golfo de América, un nombre hermoso que abarca mucho territorio, el Golfo de América. Qué nombre tan bonito. Y es apropiado. Es apropiado”, dijo.
Al momento, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo o bien, los gobernadores de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, que son los estados que rodean al Golfo de México, no se han pronunciado por estas declaraciones, especialmente porque a esta zona se le conoce con este nombre desde el periodo de la colonización española en el siglo XVI debido a su situación geográfica junto al territorio que hoy conocemos como México, establecido como el corazón del Virreinato de la Nueva España en esa época.