El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha confirmado que los aranceles del 25% a las importaciones procedentes de México entrarán en vigor el próximo 2 de abril, en un nuevo golpe al comercio entre ambos países. Este anuncio, realizado durante la primera reunión de gabinete de Trump, posterga la fecha original del 4 de marzo, pero mantiene la amenaza de impactar de lleno la economía mexicana.
La implementación de estos aranceles depende de los esfuerzos de México para controlar el tráfico de fentanilo y frenar la inmigración ilegal hacia Estados Unidos. Trump explicó que, si México no cumple con las expectativas en estos temas, los gravámenes se aplicarán sin demora. Sin embargo, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, aclaró que hasta el 4 de marzo habrá una «pausa» para evaluar los avances de México. En caso de un «esfuerzo excelente», podría haber una prórroga, pero el presidente fue claro en su intención de no detener los aranceles.
El mandatario justificó el aplazamiento de la fecha asegurando que fue debido a una «superstición» con el Día de los Inocentes en EE. UU., pero subrayó que esta medida es una respuesta a los perjuicios comerciales que, según él, México ha causado a Estados Unidos durante años.
Además de los aranceles a las importaciones generales, Trump también había anunciado que los impuestos a la industria automotriz, que afectarán especialmente a México, también comenzarán el 2 de abril. Esta decisión fue tomada tras la firma de un memorando que impone «aranceles recíprocos» a los países que imponen gravámenes a productos estadounidenses, buscando igualar las tarifas comerciales.
El anuncio de Trump ha generado preocupación en el sector empresarial mexicano, que teme que estos aranceles afecten gravemente la exportación de productos clave, como vehículos, maquinaria y alimentos, que representan una parte significativa del comercio bilateral. El impacto de estos gravámenes podría elevar los costos de los productos mexicanos en el mercado estadounidense, reduciendo la competitividad y afectando los empleos vinculados a la exportación.
La medida, que subraya el endurecimiento de las políticas comerciales de Trump, pone a México en una difícil posición, ya que debe responder a las demandas de control fronterizo sin que se vean afectados sus sectores productivos clave. Mientras tanto, el gobierno mexicano se prepara para una posible escalada en la tensión comercial, mientras sigue buscando soluciones diplomáticas para evitar un impacto económico mayor.