Un fuerte terremoto de magnitud 7,7 sacudió el continente asiático este viernes 28 de marzo, afectando principalmente a Myanmar (Birmania) y Tailandia, pero también repercutiendo en países cercanos como Bangladesh, India, Laos y China. Las autoridades locales informaron que al menos 144 personas han perdido la vida y cerca de mil han resultado heridas. No obstante, se espera que estas cifras aumenten a medida que los equipos de rescate accedan a las zonas más afectadas.
La tragedia se vio agravada por una réplica de magnitud 6,4, que también causó daños considerables en los países vecinos. Sin embargo, Myanmar fue el más afectado, registrando la mayor parte de las víctimas y destrucción. Según el líder de la junta militar que gobierna el país, Min Aung Hlaing, se han confirmado 96 muertes en la capital Naypyidaw, además de más de 700 heridos en diversas regiones, incluidas Mandalay, Sagaing y Naypyidaw.
“Se espera que el número de víctimas aumente. Los daños en las regiones de Mandalay, Sagaing y Naypyidaw son significativos”, expresó Min Aung Hlaing en un discurso televisado.
A pesar de la magnitud del desastre, Myanmar enfrenta serias dificultades para gestionar la emergencia debido a la falta de recursos y una infraestructura debilitada por la reciente guerra civil que asoló el país.
El líder de la junta, consciente de las limitaciones de su gobierno, hizo un llamado urgente a la comunidad internacional para que brinde apoyo. En respuesta, India fue el primer país en ofrecer ayuda, instando a otros países a seguir su ejemplo para mitigar el sufrimiento y los daños causados por el sismo.
Este terremoto podría convertirse en uno de los desastres naturales más devastadores de las últimas décadas en la región. Aunque las autoridades siguen trabajando para evaluar el alcance de los daños, los esfuerzos de rescate continúan siendo una prioridad. La magnitud de esta tragedia podría afectar a miles de personas más a medida que se obtengan más detalles de los daños y víctimas.