Tres cachorros de lobo terrible, una especie extinta hace más de 12.500 años, fueron creados mediante edición genética en un ambicioso experimento de desextinción. Aunque el logro asombra a la comunidad científica, también enciende alertas éticas y ecológicas.
La noticia dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos: tres ejemplares de lobo terrible (Aenocyon dirus), una especie que desapareció hace más de 12 milenios, fueron “revividos” en laboratorios estadounidenses a partir de tecnología genética avanzada. La hazaña fue liderada por Colossal Biosciences, una empresa pionera en proyectos de desextinción, que utilizó ADN antiguo recuperado de fósiles para modificar el genoma del lobo gris, su pariente más cercano, y así recrear una especie híbrida con rasgos similares a los del animal prehistórico.
La hazaña fue celebrada como un hito científico, pero también despertó inquietudes entre los expertos. Uno de ellos fue Daniel Salamone, médico veterinario, especialista en edición genética y actual presidente del CONICET, quien expresó serias reservas sobre el rumbo que están tomando este tipo de investigaciones.
“Este es un tema que genera un doble sentimiento. Por un lado, es algo interesante que llama la atención, pero por otro lado, va en una dirección que considero que no es la correcta”, afirmó Salamone en declaraciones a Radio Mitre.
Según el presidente del organismo científico argentino, si bien los avances tecnológicos detrás de la desextinción son notables, es necesario preguntarse por sus consecuencias éticas y ecológicas, especialmente en un contexto donde aún no se logra garantizar la conservación de muchas especies actuales en peligro.
El proceso de creación de estos “nuevos” lobos terribles implicó la edición de 14 genes del lobo gris para imitar características físicas del extinto canino: mayor tamaño, mandíbula más poderosa y comportamiento salvaje. Los tres cachorros, entre ellos dos bautizados como Rómulo y Remo, ya superan los 36 kg y miden más de 1,20 metros, con una conducta que los aleja del temperamento doméstico.
Para Salamone, sin embargo, no se puede hablar de un verdadero lobo terrible.
“No es el animal original. Es muy difícil haber replicado todos los cambios necesarios para que sea ese animal primitivo. Además, existe un profundo desconocimiento sobre muchos aspectos del genoma y su función. Puede parecer igual, pero no es el mismo ni cumplirá el mismo rol en el ecosistema”, explicó.
Además, advirtió que estos híbridos podrían presentar comportamientos inesperados o incluso incompatibles con los ecosistemas modernos. “No solo falta el animal extinto, también faltan sus presas y las condiciones ecológicas que lo rodeaban. Eso es lo preocupante”, subrayó.
La referencia a la famosa película Jurassic Park no tardó en aparecer: “En la película se extraía ADN de dinosaurios desde mosquitos fosilizados. Aquí, el proceso fue similar: se usó ADN de fósiles antiguos y se completó con genes actuales. Pero al igual que en la ficción, los resultados pueden ser impredecibles”, reflexionó Salamone.
El presidente del CONICET también reveló que varios zoológicos internacionales ya han optado por no colaborar con Colossal Biosciences, negándose a proveer material genético debido a las controversias que generan estos experimentos.
Finalmente, Salamone remarcó la necesidad de priorizar la conservación de las especies vivas por sobre la desextinción de las extintas:
“El grado de atención que se le ha dado a este proyecto podría tener un efecto positivo en la conciencia sobre la biodiversidad, pero este no es el camino. Tenemos una responsabilidad urgente con las especies que aún existen y con los ecosistemas naturales que debemos proteger”, concluyó.