Una mandíbula hallada en el mar reveló datos inéditos sobre los denisovanos, antiguos parientes del ser humano

11 abril, 2025 • Asia
Una mandíbula hallada en el mar reveló datos inéditos sobre los denisovanos, antiguos parientes del ser humano

Un nuevo estudio publicado en la revista Science reveló detalles inéditos sobre los denisovanos, un grupo de homínidos extintos que vivieron durante el Pleistoceno en Eurasia.  

Hasta ahora, la evidencia sobre esta especie se limitaba principalmente a restos encontrados en Siberia, especialmente en la cueva Denísova, situada en las montañas de Altái, Rusia. 

Sin embargo, un equipo de investigadores liderado por el científico japonés Takumi Tsutaya logró identificar, mediante técnicas de paleoproteómica, que un fragmento de mandíbula conocido como Penghu 1 —hallado en el lecho marino del Canal de Penghu, cerca de Taiwán— pertenecía a un individuo denisovano. Este hallazgo ofrece la primera evidencia molecular directa de que estos homínidos también habitaron zonas con climas cálidos y húmedos, muy distintos a las frías regiones siberianas. 

El fósil fue recuperado junto con restos de fauna prehistórica gracias a actividades de pesca comercial. La robusta mandíbula, con molares de gran tamaño y raíces peculiares, guarda notables similitudes con otro fósil atribuido a denisovanos, encontrado en el Tíbet. 

 Según los autores del estudio, estos rasgos podrían ser característicos de esta especie o estar relacionados con diferencias sexuales internas, aunque esta hipótesis aún requiere más evidencia. 

El análisis incluyó el estudio de más de 4.200 residuos de aminoácidos presentes en el hueso y el esmalte dental, de los cuales dos variantes son exclusivas de los denisovanos.  

Estas variantes se han identificado con mayor frecuencia en poblaciones actuales que poseen un mayor legado genético de este linaje, especialmente en Asia. 

Los denisovanos se separaron genéticamente de los neandertales hace más de 400.000 años y se extinguieron hace entre 30.000 y 50.000 años.  

Fueron identificados por primera vez en 2010, tras el análisis de ADN mitocondrial extraído del hueso de un dedo de una niña hallado en la cueva Denísova. Desde entonces, apenas se han confirmado genéticamente una decena de restos de esta especie. 

Antes del descubrimiento en Taiwán, el único lugar fuera de Siberia donde se había confirmado la presencia denisovana mediante análisis molecular era la meseta tibetana.  

Por ello, el hallazgo de Penghu 1 sugiere que estos homínidos poseían una gran flexibilidad ecológica, lo que pudo haber sido clave para su expansión y supervivencia en diversos entornos del continente asiático durante el Pleistoceno. 

“El número de restos confirmados de denisovanos sigue siendo muy bajo, pero creemos que existen muchos más fósiles —especialmente en China— cuya información genética aún no ha sido explorada”, afirmó Tsutaya. 

Este descubrimiento no solo redefine el mapa de distribución de los denisovanos, sino que también refuerza la necesidad de seguir investigando en regiones hasta ahora poco exploradas en busca de pistas sobre nuestros antiguos parientes. 

Por Con información de infobae

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