A partir de las 15:00 horas del 7 de mayo, el Vaticano apagará toda su red de telefonía móvil y radiofrecuencia para asegurar el aislamiento del cónclave que elegirá al nuevo papa tras el fallecimiento de Francisco. La medida aplica en los 0.4 km² del Estado vaticano, como parte de un protocolo de máxima discreción.
La Gobernación del Vaticano informó que se desactivarán todas las instalaciones de transmisión de señal y se requisarán los teléfonos de los 133 cardenales electores, quienes permanecerán encerrados en la Capilla Sixtina durante el día, y alojados en sitios como la Casa Santa Marta por la noche.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, explicó que los teléfonos serán entregados al inicio del cónclave y devueltos hasta que se elija al nuevo pontífice. Además, se han apagado cámaras y sensores en la Capilla Sixtina para evitar cualquier tipo de grabación o filtración.
El secretismo del proceso está protegido por juramentos de confidencialidad que también han asumido los asistentes al cónclave, como personal técnico, litúrgico y médico. Cualquier violación al voto de silencio será castigada con la excomunión.
