Migrantes bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Estados Unidos han denunciado falta de alimentos, porciones mínimas y comida en mal estado, además de condiciones insalubres e inhumanas en múltiples centros de detención ubicados en al menos siete estados del país.
Las quejas surgieron en medio de un aumento crítico en la población detenida, que según cifras de junio superó los 57 mil migrantes, muy por encima de la capacidad financiada por el Congreso, que es de 41 mil 500 personas. Esta situación, agravada por la política migratoria del presidente Donald Trump, ha sobrepasado la infraestructura y ha generado problemas en el suministro regular de alimentos.
Uno de los testimonios más duros fue el de Alfredo Parada Calderón, migrante salvadoreño detenido desde hace un año en el centro Golden State Annex en California, quien afirmó que la comida servida es escasa y de mala calidad:
“Parece carne licuada sin sabor, en porciones mínimas, como piedritas”, relató.
También se reportaron abusos en el centro Alligator Alcatraz, en Florida, donde migrantes aseguran vivir en espacios con temperaturas sofocantes, sin agua suficiente, sin productos de higiene y recibiendo un solo sándwich al día. Abogados denunciaron que sus defendidos son tratados “como ratas de laboratorio”, rodeados de baños colapsados, insectos y comida enmohecida. Incluso mencionaron la confiscación de Biblias, lo que vulneraría derechos religiosos.
Aunque los estándares de ICE establecen que cada persona detenida debe recibir tres comidas al día, dos calientes, los testimonios apuntan a que los horarios y las porciones se han reducido drásticamente, en algunos casos con más de 14 horas de diferencia entre alimentos.