De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024, el 40.6 % de las familias en México no habitan una vivienda propia, ya sea porque rentan, viven en espacios prestados o en situación irregular. Esta realidad afecta principalmente a los hogares con menos ingresos, quienes destinan hasta un tercio de sus recursos al pago de renta, limitando su capacidad para cubrir otras necesidades básicas.
El estudio elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revela que sólo el 59.4 % de los hogares habita en una vivienda de su propiedad, mientras que el 15.7 % renta, el 11.8 % vive en un lugar prestado y el 2.6 % ocupa espacios en litigio u otras situaciones. Además, sólo el 10.4 % está pagando una vivienda mediante crédito o hipoteca.
Las cifras también evidencian una profunda desigualdad: en los hogares con menores ingresos, el pago de renta puede absorber hasta el 32.6 % del ingreso total, mientras que en los de mayores ingresos este gasto representa solo el 11.5 %. En contraste, sólo el 10 % de la población con mayores ingresos presenta una mayor proporción de pagos por hipoteca que por renta.
La tenencia de la vivienda —más allá de sus características o servicios— es reconocida por la ONU como un componente esencial del derecho a una vivienda adecuada. Según el organismo internacional, contar con una vivienda propia está directamente ligado al ejercicio de otros derechos fundamentales como la salud, la educación y la seguridad económica.