“No me equivoqué”; entrevista con Octavio Meyrán

10 febrero, 2020 • Estados Unidos
“No me equivoqué”; entrevista con Octavio Meyrán

El réferi mexicano Octavio Meyrán presume el protector bucal que Mike Tyson escupió en el ring del Tokyo Dome, aquel 11 de febrero de 1990, tras derrumbarse estrepitosamente a los pies del casi desconocido retador Buster Douglas. Lo tiene como único testigo de aquella noche en la que abrazó a un Tyson noqueado en el décimo asalto, resultado que hizo perder muchos millones de dólares a los apostadores y a los que ya organizaban un combate por el título entre Tyson y Evander Holyfield.

Aquella pelea cambió el destino de los protagonistas en el ring.
Tyson perdió el invicto, se metió en problemas legales por violación y después pelearía ante Holyfield y le arrancaría una oreja de un mordisco. Douglas fue efímero campeón, cayó ante Holyfield en el tercer asalto y más tarde estuvo cerca de sufrir un coma diabético. Octavio Meyrán, el réferi mexicano que dirigió el combate, fue congelado, acusado de hacer un conteo largo en la caída de Douglas. Le pidieron que se echara la culpa y no lo aceptó. Sufrió las consecuencias.

¿Qué ocurrió?

Después de la pelea hice una conferencia de prensa en la que me sentaron de un lado a Don King, promotor de Mike Tyson, y del otro lado a José Sulaimán, presidente del CMB. Ellos querían que yo declarara que me había equivocado en el conteo en la caída de Douglas. Don King no quería pagar la cuenta de mi habitación y canceló mi boleto de avión de regreso a México. Me estaban acusando de una cuenta larga, misma que no existió. Y, previo a la pelea, don José Sulaimán me pidió que fuera elástico con Tyson y que, si veía lastimado a Douglas, parara la pelea de inmediato. Si yo hubiera declarado esto después del combate, muchas cosas hubieran cambiado.

¿No querían reconocer a Douglas como campeón?

Ni el CMB ni la AMB querían dar el cinturón a Buster Douglas. La única que lo reconoció de inmediato fue la FIB. Querían invalidar mi decisión de KO a Tyson en el décimo asalto, que yo me declarara culpable de un conteo largo a Douglas. En ese momento, si yo me echaba la culpa, se invalidaba la decisión y Tyson seguía siendo campeón.

Le reclamaron que por su culpa se había venido abajo un negocio de 200 millones de dólares.

Porque la pelea en puerta, la importante, era entre Mike Tyson y Evander Holyfield. El duelo del 11 de febrero de 1990 en Japón contra Douglas sólo fue una pelea de trámite para el campeón y no se esperaba que fuera noqueado por un boxeador casi desconocido. Por eso querían invalidar la derrota de Tyson y que yo aceptara un error que no existió.

¿Tyson ya no era el monstruo que nos pintaron?

En un entrenamiento previo a la pelea, lo derribó su sparring. Se creía un superhombre, sus peleas terminaban en el primer round y llegaba mal preparado al compromiso con los japoneses. Douglas llegó como la oveja para el sacrificio, la diferencia fue que él sí se preparó. Pero eso no lo reconocieron y optaron por que yo pagara la factura.

Hasta ahí llegó su carrera como réferi.

Me congelaron. Estuve refereando hasta principios del 94, ya con arenas vacías. Decidí retirarme.

¿Cuánto le pagaron por aquella pelea de campeonato mundial?

Dos mil 800 dólares, me los pagó el promotor Honda en su habitación. Me tenía que haber pagado 12 mil. Nada más me daba dos mil, cuando recibí el dinero (antes se pagaba en efectivo) me le quedé viendo y me dio 800 dólares más. Me dijo “It’s okay?”. Le respondí “Okay”.

Le pegaron en el bolsillo.

Yo era gerente de ventas de una fábrica de pantalones de mezclilla, actividad que hice durante 55 años. El box sólo me alimentaba en lo anímico y lo hacía porque mi padre (Enrique Meyrán) fue boxeador.

¿Cuánto ganaba un réferi de su nivel?

 En aquellos años, una pelea de campeonato mundial mosca llegó a pagarse en tres mil dólares y las de peso completo subieron de seis mil a 12 mil dólares.

Usted era el malo de la película.

¡Ah, claro! Un periodista me tiró durísimo, pero muchos me defendieron. ¿En la calle?, ahí la gente me paraba y me decía que no estaba solo. Lo malo es que muchas entrevistas fueron editadas y no salía todo lo que yo conté.

¿Qué contó?

Que se me pidió que fuera elástico con Tyson y duro con Douglas. Que me declarara culpable de un conteo equivocado en la caída de Buster y así se anulara el combate para que la pelea millonaria entre Tyson y Holyfield se realizara.

¿Qué pasó en ese polémico octavo asalto?

Douglas cae de espaldas a la lona, no se golpea la nuca. Cuando comienzo el conteo, pega con un puño en el piso, molesto por caer. Douglas estaba encima de Mike y un uppercut del campeón tumbó al retador. El boxeador estaba bien, había ganado del primero al séptimo round. Ayer volví a ver la pelea. Era un tipo que pesaba 105 kilos, pero se levanta bien. Le pregunto si estaba ok, pero cometo el error de no limpiarle los guantes, no sabía que estábamos sobre los tres minutos del round. Él se levantó a los 3:03 minutos, el tomador de tiempo debió tocar la campana. Ahí esperaban que yo abrazara a Douglas y dijera “no más”.  Yo tenía 42 años, ahorita tengo 72 años, si hubiera detenido la pelea, como muchos querían, hasta hace dos años yo hubiera seguido arriba del ring.

Se acabó.

En lugar de 29 campeonatos del mundo, yo tendría 250 y estaría en el salón de la fama como lo están Joe Cortez, Arthur Mercante y otros. Tengo un recorte de periódico de 1981, donde hay una nota en la que me estaban considerando en aquellos tiempos como el mejor réferi del mundo.

Siguió el noveno round de una pelea que esperaban que Tyson la finiquitara en el primer asalto.

La gente pensó que, al tumbar a Buster, Tyson ya tenía el mando y que en el noveno se acababa el lío. Por el contrario, Douglas golpeó a placer al campeón. Le cerró el ojo. En ring side estaban Donald Trump, Don King y José Sulaimán.

Y llegó el décimo asalto.

Terminé abrazando a Tyson. En el momento que cae, se incorpora hincado. Totalmente perdido, busca el protector y se lo pone al revés. Douglas lo cazó con una andanada de golpes. Yo sigo contando, seis, siete, ocho, a los nueve se levanta noqueado, lo declaro fuera, él se me viene encima y lo abrazo. La obligación del réferi es quitarle el posicionador para evitar que se lo trague. Entonces me guardé el protector en la bolsa. La gente subió al ring a felicitar a Douglas y se desató la locura.

¿Qué pasó con el protector bucal de Tyson?

Yo lo tengo. Una persona de Houston o Dallas, no recuerdo bien, me ofrecía mil dólares en los años 90. Me lo quedé como recuerdo.

¿Tyson le reclamó?

No. De hecho, en una conferencia de prensa que se hizo después de la pelea, Tyson contestó que había perdido. Ahí estábamos Don King, José Sulaimán y yo. Don King le alcanzó a dar un ligero codazo a Tyson cuando dio esa respuesta. Esa conferencia no llegó a los medios. ¿Si he vuelto a ver a Tyson después de la pelea?, ya no.

¿Llegó a pensar en echarse la culpa?

De Japón volamos a Los Ángeles y de ahí a México. En territorio estadunidense me insistieron en que me echara la culpa, ya que el CMB y la AMB todavía no reconocían a Douglas como campeón. Mi mente estaba echa una maraña. En aquel vuelo a México venía con Joaquín Badillo, hombre de futbol y boxeo, el único de pantalón largo que me apoyó. Me preguntó si sabía la dimensión del asunto y si entendía que muchos me esperaban en el aeropuerto. “¿Qué les va a decir?”, insistió. Cuando se abrió la puerta del avión, ahí estaba Fernando Schwartz. De inmediato contesté lo que he repetido desde hace 30 años. Yo no me equivoqué.

Y desde hace 30 años lo siguen buscando.

No tengo nada que esconder ni cola que me pisen.

¿A qué se dedica ahora?

Ya dejé la venta de pantalones y hago comentarios sobre peleas de box desde Pachuca, a donde me fui a vivir.

No deja el boxeo.

Siento pasión, por el cariño de mi padre, por lo que el boxeo me dio. Me gusta estar en el ajo, es parte de mi vida. A mis 72 años me siento bien, tan así que participé en una película como réferi (Como caído del cielo).

Muchas peleas de campeonato mundial.

Fueron 29, pero campeonatos de verdad. Me tocaron de Marvin Hagler, Alexis Argüello, Macho Camacho, Tommy Hearns, Mantequilla Nápoles, Sugar Ray Leonard, Manos de Piedra Durán, Alfonso Zamora y Lupe Pintor, entre otros.

¿Qué hubiera usted cambiado esa noche de la pelea?

No subir al ring. Igual me hubieran acusado de rebeldía. Recuerde que le dije que antes de la pelea me pidieron que fuera elástico con Tyson y duro con Douglas. No hice caso al comentario, pensando que en los primeros minutos Mike Tyson haría su trabajo. Nadie imaginaba lo que se vendría aquella noche. Los tres que estuvimos arriba en el ring sufrimos cambios drásticos en nuestras vidas, para bien o para mal.

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