Mujer de 73 años viaja a España para casarse con Luis Miguel

21 marzo, 2024 • Ciudad de México
Mujer de 73 años viaja a España para casarse con Luis Miguel

Llegó al aeropuerto de Barajas con la ilusión de la novia que va al altar. Ella, a sus 73 años, había viajado desde América para contraer nupcias con el cantante Luis Miguel. Llevaba un año intercambiando mensajes e imágenes en Whatsapp y el chat de Google.

A mediodía llegó su avión. Al salir, no estaba el mexicano esperándola. Se había excusado: estaba muy enfermo, en un hospital. Pero le enviaría a su chófer, apellidado Sánchez.

Ella tampoco lo encontró en la terminal. Pidió el teléfono prestado a su compañero de asiento. Nadie contestó. Esperó. «Ahí es cuando el mundo se me vino a los pies», recuerda Sandy Somarriba, empresaria en Centroamérica, traductora para migrantes en temas legales y sanitarios en Estados Unidos y, ahora, pensionista. «A mí me gusta Luis Miguel y su música. En Facebook me salió un mensaje con su foto que decía: ¿quieres chatear conmigo? Y yo empecé».

El supuesto Luis Miguel le pidió que comprara una «tarjeta de fan» por 500 dólares (unos 450 euros), que era imprescindible para hablar en privado. «Así comenzó la cosa», dice en un hostal de Brunete (Comunidad de Madrid) donde pasa los días sin dinero a la espera que salga su vuelo de regreso a Las Vegas, donde vive.

Todavía hoy se lamenta que la tarjeta nunca le llegara. Aquel pago se demoró. Pero una vez que el timador venció sus resquemores iniciales, le sustrajo unos 10.000 dólares en diez meses, calcula ella, que incluso vendió una joya por 750 euros para dárselos. «

Tonterías he cometido a miles. La gente no puede comprender cómo caí en esto. Yo lo veía venir pero no quería escuchar». Los engaños eran diversos. Desde pagar la aduana de una caja inexistente hasta adelantarle el dinero de un cheque falso que él depositó en la cuenta de ella.

Muy pronto pasaron de las conversaciones entre una admiradora y su ídolo al enamoramiento, al erotismo, al matrimonio. Supuestamente. Una transformación fraguada en miles y miles de palabras de chat y fotografías. Él incluso le enviaba su miembro viril en erección, recuerda ella, nacida en Nicaragua y establecida en Estados Unidos.

«Me escribió cosas que me llegaban al corazón», dice. «Una vez me dijo que el universo se había confabulado para que nos encontráramos».

Ella le respondía con mensajes de amor y stickers románticos mezclados con su documento de identidad, números de cuenta, claves de correos electrónicos, estados bancarios y resguardos de envíos de cientos de dólares por Western Union o criptomonedas a distintos destinatarios. Por ejemplo, un «asistente» en Ecuador. Bautizó al falso Luis Miguel como «great love» en sus chats. «Todo el mundo tiene el deseo de que lo amen», reflexiona ahora. «Suena un poco estúpido porque él es un cantante muy famoso. Pero pasa. Matt Damon se casó con una persona completamente desconocida».

El tahúr prometía un encuentro, ponía fecha, empezaba la cuenta atrás y luego anulaba la cita. Le reprochaba que ella se desconectara. «Sabes que soy un hombre celoso, pero no dudaré de ti», la tranquiliza. Son, en realidad, conversaciones monótonas, repetitivas, salpicadas de favores monetarios que él pedía y ella cumplía. «Poco a poco le mandaba 100 o 200 dólares para ayudarle a pagar. Él se justificaba diciendo que el banco le tenía bloqueado porque era una cuenta de negocios, no personal».

Fuera de la fantasía, los estafadores se turnaban. Algunos ni siquiera sabían hablar español, solo inglés. En febrero Sandy decidió viajar a España al encuentro del Luis Miguel fake. En el enamoramiento necesario para el timo, él le preguntó: «¿Tú estarías dispuesta a venirte a España para estar conmigo? Y yo le dije que sí. Me dijo que tenía todo listo para casarnos».

En España le denunció a la Policía Nacional en la terminal 4 y pidió ayuda a los servicios sociales hasta que un antiguo jefe le compró el billete de avión de regreso, el miércoles de esta semana. ¿Se hubiera enamorado de él si no hubiera simulado ser famoso? «No lo sé», responde pero reconoce que la fama influyó.

El estafador le sigue escribiendo y llamando.

«Anoche me llamó y hablamos 33 minutos». Le asegura que sí es Luis Miguel y que la ama, le pide perdón por no recogerla en el aeropuerto. «Yo le sigo la corriente y le digo que ya no soy una mujer confiada, que ver para creer». Volverá a casa de una prima. «Yo no tengo más dinero. Todo se lo di. Pero lo que más me duele es mi corazón destrozado, hecho trizas».

Por Con información de La Voz de Galicia

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